Día de Muertos: Estas son las tradiciones más bonitas en Puebla.
La conmemoración del Día de Muertos y Todos Santos en Puebla, tiene un sello distintivo y único.
Más allá de las flores de cempasúchil que se cultivan en el campo poblano y los altares que se montan en los hogares para recordar a quienes han trascendido a otro plano, esta celebración tiene algunas particularidades.
Ciertamente, las fiestas de Halloween o el pan de muerto, las famosas hojaldras, en sus diferentes versiones, así como los adornos de papel picado, son elementos que no pueden faltar, junto con la quema de incienso y copal, así como la calabaza y el camote, pero hay algo más.
En primer lugar, los altares monumentales que año con año se instalan en las casas de Huaquechula además de una tradición peculiar, atraen a miles de visitantes locales y foráneos, quienes tienen la posibilidad de admirarlos y compenetrarse de esa tradición.
Los altares de Huaquechula cuentan con tres o cuatro pisos de altura, que se decoran con imágenes, flores, velas y veladoras, entre otros elementos, sin faltar por supuesto la ofrenda de comida y bebida.
En la capital poblana, desde hace años se monta un corredor de ofrendas que representa un atractivo peculiar para los visitantes, y que les permite apreciar diversas ofrendas montadas en sitios públicos como el ayuntamiento de Puebla y el Congreso del Estado.
En el cementerio municipal de Puebla capital, ubicado sobre la 11 Sur, a un lado del panteón francés, año con año se ofrecen recorridos por las tumbas de personajes célebres que reposan en ese recinto.
Además, se ha establecido, desde hace años, como un atractivo adicional, la proyección de películas relacionadas con la muerte, tales como “El esqueleto de la señora Morales” o “Más negro que la noche”.
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Asimismo, se realiza un desfile de catrinas que recorre, algunas de las principales vialidades de la capital poblana.
Obviamente, en el ámbito social y familiar, durante la celebración del Día de Muertos y Todos Santos, no pueden faltar el recuento de las leyendas que hay en Puebla, como las del Charro Negro de Atlixco y los niños de Xonaca.
En Chignahuapan, se lleva a cabo el Festival de la Luz y la Vida, en el lago que se ubica en la parte central de esa población, un espectáculo que año con año atrae a un importante número de visitantes.
De igual manera, en Atlixco se realiza un Desfile de Calaveras, en tanto que en Izúcar de Matamoros se celebra el Huateque de Muertos, donde se monta entre otros elementos un tapete de flores de cempasúchil, y se realizan diversos eventos alusivos a la fecha.
En San Gabriel Chilac se hace el Mikílthuitl o la fiesta de los muertos, que inicia un mes antes con la reparación de las cruces, generalmente de madera, que están en el panteón, para regresarlas posteriormente. Las ofrendas de comida son colocadas en tenates y canastas tejidos de palma.
Las ofrendas nuevas, que recuerdan a quienes murieron en el último año, se denominan como “Yancuicatonalli”.
La comida con la que se acompañan las ofrendas, en la conmemoración del Día de Muertos, varía de acuerdo con la región, por ejemplo, en la Sierra Norte se considera que los tamales son una metáfora del cuerpo humano en la medida en que la hoja de maíz que cubre al tamal juega el papel del ataúd; el maíz, con el que se elabora el tamal juega el papel de la carne y el mole o las salsas, la sangre y los fluidos corporales.
En el Valle acompañan la ofrenda con mole de pollo, tamales, pan dulce, calabaza, tequila y un jarro de pulque.
En la mixteca se ofrendan mole, huaxmole y pan de muerto.
Incluso, algo que se debe tener presente son los días que se dedican en Puebla a esa festividad, que no se limitan al 1 y 2 de noviembre, como en otras entidades.
En Puebla, el 28 de octubre, se recuerda a quienes perdieron la vida en un accidente vial; el 29 de octubre, a quienes fallecieron en un evento violento; el 30 de octubre, a quienes perecieron por ahogamiento y el 31 de octubre, a los niños difuntos.
Los días 1 y 2 de noviembre, se rinde tributo a todos los difuntos en general.
Las calaveras de azúcar, chocolate o amaranto, así como las calaveritas, la celebración en las escuelas y por supuesto las fiestas pre y post Halloween, son parte de otra historia.