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Ovidio Guzmán, el “temible” narco que comía pastel de chocolate con helado de vainilla

A diferencia de los capos que piden filete de cocodrilo, “El Ratón” prefiere las malteadas cremosas, los brownies y el café con leche, revela un reporte de la Marina que muestra las andanzas del fan de “Pixie y Dixie”.

Ovidio Guzmán, protegido por dos guardaespaldas armados con pistolas ocultas en cangureras, llegó hasta Polanco a bordo de una Land Rover que salió del hotel Vermont, en la Nápoles, boutique de cuatro estrellas que El Ratón consideraba su “casa” en Ciudad de México.

En su vehículo blindado hizo un viaje de entre 20 y 30 minutos desde la alcaldía Benito Juárez hasta la Miguel Hidalgo. El chofer se dirigió hacia Presidente Masaryk y se detuvo en el 11 de la calle Esopo. Los marinos que seguían al Ratón anotaron el nombre del lugar al que llegó aquel día de agosto de 2021: el restaurante y librería Un lugar de La Mancha.

El hijo de Joaquín El Chapo Guzmán ya era famoso, casi tanto como su padre. El fallido operativo conocido como el culiacanazo había sucedido casi dos años antes, pero una incipiente barba, una gorra beisbolera y lentes oscuros le procuraban una imagen genérica.

Sin tatuajes ni cicatrices particulares a la vista, el joven de 31 años lucía como cualquier cliente. El disfraz estaba coronado por sus buenos modales, lejos de la prepotencia del estereotípico narcotraficante.

El reporte de la Secretaría de Marina al que MILENIO tuvo acceso relata que Ovidio primero ojeó libros y luego ordenó la comida y se retiró discretamente en la misma camioneta que lo llevó. Acaso, lo único extraño fue que el conductor no dejó las llaves al valet parking y pidió estacionar la Land Rover por su cuenta.

No había órdenes de detener al presunto integrante de Los Chapitos, solo de darle seguimiento, así que un par de marinos lo siguieron de vuelta a su hotel, mientras otro más investigó la cuenta.

La comanda sorprendió al militar: el acusado de ser un despiadado narcotraficante que se convirtió en la obsesión de Estados Unidos pidió un brownie con salsa de chocolate, helado de vainilla y un café con leche.

Si es cierto que eres lo que comes, Ovidio reveló —sin querer— una parte muy importante de su personalidad.

Las comidas predilectas de los capos del narco suelen decir mucho de ellos mismos. Carne, grasa, picante, alimentos relacionados con la virilidad y el poder.

El chef sinaloense Nacho Reyes ha contado que Arturo Beltrán Leyva le encargaba platillos con carne de cocodrilo y filetes de elefante. En cambio, a Ovidio le gustan las texturas suaves, los sabores dulces y las porciones pequeñas.

Por ejemplo, el mismo informe de la Marina refirió que era un asiduo cliente en el restaurante The Cheesecake Factory de la plaza Parque Delta en los tiempos en que también visitaba Un lugar de La Mancha. Ahí desdeñaba cervezas, vinos, filetes y pedía, en cambio, pasteles y “cremosas malteadas”.

La razón puede ser que El Ratón elegía lo que no afectara su estómago, pues desde joven consume medicamentos contra la gastritis. Además, desde su detención el 5 de enero de este año, los abogados de Ovidio revelaron que padece depresión y ansiedad, por lo que era imperativo que le dejaran ingresar medicamento psiquiátrico a su celda.

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