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Caldo de ajolote en Puebla: ¿tradición o delito?

En el corazón de Puebla, el Mercado 5 de Mayo se ha convertido en el escenario de una controversia que enfrenta la tradición culinaria con la conservación ambiental. En uno de sus puestos se ofrece caldo de ajolote, una especie endémica de México que está catalogada como en peligro de extinción por la NOM-059-SEMARNAT. Además, los ajolotes se venden vivos en bolsas plásticas, lo que suma al problema de su explotación y maltrato.

La venta y consumo: un delito ambiental

El ajolote mexicano, junto con otras especies como el Ambystoma Altamirani y el Ambystoma Taylori, está protegido por leyes federales que prohíben su captura, comercialización y consumo. Sin embargo, en el mercado poblano se venden por $150 el caldo completo o $50 solo el líquido, y los ajolotes vivos pueden adquirirse por $100 o menos si se regatea.

Abogados y especialistas coinciden en que estas prácticas constituyen un delito ambiental federal, sancionado con hasta 9 años de prisión según el Código Penal Federal. María Huitzitl, hidrobióloga de la UAM, señaló que aunque algunas especies comercializadas no están en peligro crítico, su consumo sigue siendo preocupante y contribuye a la disminución de sus poblaciones.

Tradición vs. conservación

Los vendedores justifican la venta de ajolotes como parte de una tradición culinaria y medicinal, ya que el caldo se asocia con remedios caseros para enfermedades respiratorias. Sin embargo, especialistas como Romeo Saldaña, de la Universidad Iberoamericana, destacan que esta práctica no solo amenaza la biodiversidad, sino que también refleja una grave desinformación sobre el valor ecológico y cultural del ajolote.

Un llamado a la acción

La venta ilegal de ajolotes en el mercado poblano subraya la necesidad de sensibilizar a la ciudadanía y reforzar la vigilancia por parte de las autoridades. Organizaciones como PROFEPA y SEMARNAT instan a la población a denunciar estas actividades a través de sus plataformas oficiales.

El ajolote, reconocido mundialmente por su capacidad de regeneración, es más que un recurso culinario. Su protección es crucial para preservar los ecosistemas acuáticos y el legado natural de México.

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