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El inédito fenómeno de 1908 que cubrió Puebla de blanco durante tres días

En 1908, Puebla vivió un fenómeno meteorológico sin precedentes, el cual dejó una huella en la historia de la ciudad desde su fundación en 1531.

El jueves 6 de febrero, a pesar de que el día transcurría con normalidad, un cielo grisáceo y una caída de temperatura inesperada alertaron a los habitantes de la Angelópolis. A medida que la tarde avanzaba, la ciudad fue sorprendida por un chubasco que trajo consigo una aguanieve densa que cayó durante más de 45 minutos, dejando las calles cubiertas de hielo. Este fenómeno se mantuvo en las calles durante más de tres días, causando daños considerables en toda la ciudad, una situación nunca antes vista en la capital poblana.

La Puebla de finales del siglo XIX y principios del XX

A principios del siglo XX, Puebla estaba en pleno proceso de modernización. La ciudad, que ya se había ganado un lugar prominente en el país con una población de más de un millón de habitantes, veía cómo su infraestructura cambiaba gracias a los proyectos impulsados por el gobierno de Porfirio Díaz. Durante esta época, la ciudad contaba con nuevas edificaciones, mejoraba sus servicios públicos y veía nacer nuevas calles asfaltadas, como la famosa Avenida Reforma.

El presidente municipal Francisco de Velasco, reconocido por su impulso al progreso de la ciudad, trabajaba para mejorar la red de agua, el servicio de luz eléctrica y la instalación del alcantarillado. Además, la ciudad había incorporado el tranvía de mulitas como su principal medio de transporte.

La sorpresiva tormenta de aguanieve

La tarde del 6 de febrero de 1908, un cambio abrupto en el clima dejó a Puebla cubierta de hielo. Lo que comenzó como una tormenta de nieve y hielo, causó graves daños, especialmente en las viviendas y comercios. Las calles se cubrieron de una capa de hielo que dificultó el tránsito, incluso afectando los servicios de transporte público.

La nevada también paralizó la vida diaria, y muchos habitantes tuvieron que enfrentar daños en sus casas, como vitrales rotos, ventanas destrozadas y daños en la red eléctrica, lo que dejó a la ciudad sin electricidad durante varios días. Además, el hielo causó inundaciones en la zona del río San Francisco, arrastrando pequeños edificios, aunque afortunadamente no hubo víctimas mortales.

El impacto y la modernización posterior

El asombro por este fenómeno llevó a la prensa local y nacional a dar cuenta de lo sucedido. El impacto fue tal que, incluso los más viejos de la ciudad no pudieron recordar un evento similar. Dos meses después de este evento, Puebla inició grandes obras de modernización, como el sistema de alcantarillado y el asfaltado de las principales calles, lo que marcó el inicio de una nueva etapa en su desarrollo urbano.

Este fenómeno, que tiñó Puebla de blanco, fue un recordatorio de cómo la ciudad vivió una transformación en sus infraestructuras y, a la vez, cómo la naturaleza dejó su propia huella en la historia de la Angelópolis.

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